viernes, 8 de julio de 2011

Los hijos y la lectura


Los hijos  y la lectura

A todos nos gustaría que nuestros hijos fueran grandes lectores. La realidad es que no siempre sucede así. Para muchos niños y niñas leer constituye un aburrimiento o cuanto más una obligación que les quita tiempo para sus diversiones favoritas.
En este pequeño artículo lo que trato de dar algunas pautas que debemos inspirarnos los padres  para fomentar el gusto de la lectura en nuestros hijos.
Hace algún tiempo  atrás el Ministro de Educación dio una serie de medidas de emergencia  con respecto a la deficiencia en la comprensión de lectura en nuestros niños y niñas  en nuestro país, tema en el cual  los padres y profesores debemos de priorizar en nuestra tarea educativa.
         Una de las lamentaciones más frecuentes que tenemos los padres de hoy es que nuestros hijos leen poco. No les gusta leer, prefieren el Internet y mirar televisión. No podemos negar que el Internet y la televisión ocupan el lugar de la lectura en el tiempo y en el cerebro de los niños. Pero, los padres tenemos que preguntarnos ¿Será la única culpable?
Como todos los hábitos, el de la lectura también tiene sus raíces en la más tierna infancia. Es, en el hogar donde plantamos y cultivamos la semilla de la lectura. Si nosotros ponemos  a nuestros hijos en contacto con los libros de relatos, cuentos, leyendas chistes donde tengan ilustraciones desde que son bebes, ellos aprenderán a ojearlos primero por interés; luego, se deleitarán con sus figuras coloridas, aunque no entiendan nada de lo que ven, para lo cual se sugiere que los textos tengan muchos dibujos  que llamen  la atención de los niños y niñas. Más adelante si nosotros mismos le narramos  esos relatos y ponemos en la voz toda la expresión  que exige la imaginación infantil, las figuras  que el niño ya conoce y ama  cobrarán vida y el libro de relatos dejará de ser sólo una cosa interesante  para transformarse en un compañero fascinante e importante.
         Y así, además, nosotros cultivaremos el hábito de leer con frecuencia y placer, cuando nuestros hijos aprendan a leer los libros serán para él amigos inseparables.
         Entonces nosotros estaremos tranquilos ya que no los cambiará  por las del Internet y las  series de dibujos animados o de fantasías  que existen en  la televisión.
         No necesitamos forzar al niño para que lea. Tenemos que hacerle notar espontáneamente la importancia y el valor de la lectura. Para ello nosotros mismos debemos de estar convencidos de esa importancia y ese valor.      Formemos en casa una biblioteca con colecciones sobre la vida animal, vegetal, curiosidades de la ciencia, geografía, historia del mundo, biografías de personajes importantes y otros de importancia para el niño. Dediquemos un lugar de la casa para sala de lectura, cualquier lugar puede   cumplir esa función, donde el orden y el silencio sean cómplices del encanto de la lectura.           Los padres debemos de frecuentar a ese lugar junto a nuestros hijos tantas veces sea y hagámosle sentir a los hijos que esos libros le pertenecen.
         No usemos la lectura sólo para tener tranquilo a nuestros hijos, o para entretenerlos mientras nosotros atendemos  cualquier otra actividad, porque así él pensará que la lectura es un castigo o una obligación. Usemos la lectura como un privilegio para satisfacer las necesidades de  la mente y del alma; de esta forma nuestros hijos encontrarán un amigo más importante que la televisión y el  Internet.
         Enseñemos a nuestros hijos con el ejemplo, ya que es una forma directa de aprendizaje muchos padres dejamos de leer y estamos pegados a la televisión y a otras actividades,  mientras obligamos a nuestros hijos a que ellos estén con el libro y eso no tiene ningún sentido de formación para los hijos.  
Hay que tener en cuenta que aunque se aprende a leer en la escuela, los  lectores se forman en la familia. No hay que dejar en manos de la escuela  lo que es una tarea de los padres 
  Dar ejemplo. El gusto por la lectura se contagia. Si vuestros hijos no nos ven con un libro,  será difícil que se interesen por la lectura.
    No empeñarse en que les guste lo mismo que a vosotros. Hay que recordar que se está forjando el gusto por la lectura no el de papá o mamá.
  Frecuentemente los padres son impacientes y desean resultados inmediatos. A los niños hay que presentarles la lectura como algo divertido. Leer a de  ser en todo caso un premio, nunca debe imponerse como castigo.
  No hay que tratar la lectura como una tarea escolar. Si enseñásemos a leer con la misma ternura y dedicación con la que les enseñamos a hablar seguramente mejoraría el gusto por la lectura de nuestros hijos.
Señor padre de familia no dejemos toda la carga educativa al docente dediquemos por lo menos unos diez minutos diarios a nuestros hijos y veremos el cambio que habrá en ellos empecemos ahora nunca es tarde.

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